Lidiar con las personalidades y egos de los profesionales es todo un arte. Para conseguir que colaboren entre ellos y den lo mejor de sí mismos, el jefe debe descubrir cuáles son sus puntos fuertes, favorecer la libertad de opinión y situarlos en la posición en la que más puedan aportar. Después hay tres reglas que pueden ayudar a mejorar la calidad y los resultados del equipo: Asombrar, sorprender y dar ánimos.
Hacerse cargo de un nuevo grupo de trabajo no es una tarea fácil. Si además se le añade el componente de que el jefe es nuevo en la empresa o cuenta con poca experiencia las dificultades son mayores. ¿Cómo puede motivar al equipo para que cambie el mundo con usted? Lo cierto es que no hay una receta mágica, pero sí una serie de pautas que le ayudarán a conectar con su gente y lograr la trasformación que desea.
Hay equipos en los que reina el buen ambiente de trabajo y la concordia general, sin embargo, la experiencia nos dice que las tensiones, envidias y críticas son más comunes. Y ése es el panorama al que se tiene que enfrentar el jefe.
Adrian Gostick y Chester Elton afirman en su libro Buenos equipos, proyectos imbatibles (Conecta) que uno de los mayores problemas es la falta de confianza y de compañerismo entre empleados de un mismo departamento.
A menudo, la competitividad y rivalidad no acaban con la entrega de un proyecto o la presentación ante un cliente; al contrario, la discordia y el mal ambiente se palpa día a día.
Uno de los efectos más comunes de este ambiente laboral es el distanciamiento, cada empleado va lo suyo y, para no entrar en conflicto con los demás, optan por callarse, por no opinar. Actuar de esta forma empobrece al equipo que deja muchas ideas y propuestas en el tintero.
Pautas de actuación
¿Qué debe hacer el jefe? Gostick y Elton consideran que el primer paso es que el propio jefe se autoevalúe, porque "orientar a un equipo hacia una buena transformación requiere lo mejor de uno mismo, lo que incluye un liderazgo personal para fijar metas, comunicarse, confiar, rendir cuentas y reconocer a sus empleados".
El siguiente paso es incorporar a los mejores trabajadores y situar a cada miembro del grupo en el lugar en el que más pueda aportar. Porque, cuando un ejecutivo se hace cargo de un colectivo normalmente encuentra varios profesionales que se sienten frustrados y desmotivados. Por tanto, es el momento de organizar reuniones personales con cada uno de ellos en las que se les pide que se sinceren sobre las cosas que se podrían hacer para mejorar la organización.
De esta manera se les hace partícipes del proyecto que se quiere crear, "porque llegar y decir: estas son las normas. Nunca funciona", dicen los autores.
Tres compromisos
Partiendo de una comunicación sincera y bidireccional Elton y Stick proponen tres reglas para mejorar la calidad y resultados de un equipo de trabajo.
1. Asombro.
¿Cómo vamos a impresionarnos los unos a los otros? Esta es la pregunta que se debe hacer cada día todos los miembros del equipo. Este planteamiento del trabajo y de la jornada provoca un cambio de actitud y hacen que la gente se comprometa e ilusione con lo que tiene que hacer.
2. Sorpresas.
La monotonía no es buena para nada. Siempre hace falta descubrir y hacer algo nuevo. Los autores apuestan por reuniones en las que la discusión y la réplica sean una parte fundamental. Una buena fórmula para romper el hielo es que una persona actúe como abogado del Diablo cuestionando y buscando faltas a las ideas, así se van puliendo y perfeccionando.
Los autores insisten en la importancia de poder estar en desacuerdo, porque en los equipos donde los trabajadores tienen libertad para ayudar a fijar las metas y luego dar su opinión sobre las directrices, todo el mundo se siente más responsable de sus objetivos individuales y del grupo.
3.Dar ánimos.
Con demasiada frecuencia los directivos se olvidan de reconocer las aportaciones y buenas actuaciones de sus subordinados. No se trata de premiar ni de organizar un acto público, basta con hablar con él directamente y decirle que ha hecho un buena labor o que le gusta su forma de trabajar. Así es cómo se alienta a alguien a seguir adelante, a ilusionarse con el proyecto y a dar lo mejor de sí mismo.
Además, lo más destacado de esta regla es que la puede introducir cualquier miembro del equipo, no tiene que ser sólo el jefe. Si se produce entre compañeros se fomenta el espíritu de grupo, la participación y la colaboración.
"Con un poco de perseverancia y organización, hemos visto que este tipo de comentarios positivos por parte de un empleado llegan a provocar cambios reales y duraderos en los equipos", destacan Gostick y Lemon.
Fuente:www.expansion.com
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