viernes, 1 de junio de 2012

Sal del despacho y habla con tus clientes. 01/06/2012


Parece increíble que un consejo tan “pedestre” sea una de las aportaciones más valiosas de Steve Blank y su Customer Development. 


De un gurú de los modelos de negocio uno esperaría una sabia reflexión como “sinergiza las core competencies de tus partners para maximizar el valor ofrecido a los stackeholders a través de un programa de calidad total”. O algo así.

Pero no. Sal del despacho y habla con tus clientes.

Cuando pensamos en el mito del emprendedor siempre imaginamos a un Edison recluido en un sótano llenos de cacharros imposibles probando una y mil cosas hasta dar con la idea genial, la bombilla o el fonógrafo. O a dos empollones como los fundadores de HP, Google o Apple, encerrados en un garaje con dispositivos electrónicos aún más extraños que los aparatos de Edison.

Te encierras durante años soportando explosiones, das con la idea genial, vences al malvado capitalista tiburón de los negocios y te haces rico.
Pero en esto, tampoco las películas de Hollywood reflejan la realidad. Hay genios capaces de encerrarse en un laboratorio y dar con una idea genial, pero son una ínfima minoría. La mayoría de las empresas ganan dinero de una forma más simple: vendiendo algo que sus clientes quieren comprar.

Y por eso la perogrullada de Blank es tan valiosa. Antes de invertir tiempo y dinero en materializar esa idea genial, incluso antes de ponerte a pensar en la idea genial, sal del despacho y habla con tus clientes.

Si empiezas por saber quiénes pueden ser tus clientes y qué problemas tienen, ya tienes un primer logro en tu recorrido hasta el triunfo empresarial. El siguiente paso es saber qué solución puedes darle a ese problema. Ahí es donde empiezas a desarrollar una idea, pero ya no es una idea abstracta, con un 99% de probabilidades de fracasar: es una solución concreta a un problema concreto que tienen personas concretas.

En realidad, ni siquiera cuando tienes esta solución debes lanzarte a desarrollarla. Antes debes validar a tus clientes, saber si lo que tú crees que es una solución a ellos les aportaría valor, y sobre todo si están dispuestos a pagar por lo que les vas a ofrecer. Muchas personas tienen problemas que no quieren resolver, o al menos que no quieren resolver a un coste razonable. De modo que el siguiente paso es validar a esos clientes potenciales, pero eso es otra historia que tiene su propia enjundia y de la que hablaremos otro día.

Fuente: http://empresaagil.com

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