Durante décadas ha amasado la tercera mayor fortuna de Francia y una de las mayores de Europa. Ayer, Lilliane Bettencourt perdió el mando del imperio L’Oréal. Una de las figuras más poderosas del país galo, la millonaria heredera de la marca de cosméticos ha pasado a ser una octogenaria cuyo delicado estado de salud le impide administrar su dinero.
La justicia francesa decidió ayer poner bajo tutela a Bettencourt al considerar que está incapacitada para gestionar sus bienes. La decisión se apoya en los informes médicos que se le han realizado en los últimos meses y que revelan que la anciana, de 89 años, padece una demencia mixta, alzheimer en un estado “moderadamente severo”, así como un “proceso degenerativo cerebral lento”.
El fatal diagnóstico para la heredera es, sin embargo, un triunfo judicial para su hija, Françoise Bettencourt-Meyers, quien el pasado julio solicitó al letrado que pusiera bajo tutela a su progenitora al considerar que había perdido sus facultades mentales y que su entorno se estaba intentando aprovechar de ella económicamente. Los abogados de la anciana anunciaron que recurrirán la sentencia judicial, que tiene efecto inmediato. A partir de ahora será su nieto Jean-Victor Meyers, quien cuide de Lilliane Bettencourt. Ésta aseguró este fin de semana que si pasaba bajo la tutela de su hija se marcharía del país. “Si mi hija se ocupa de mí, me largaré”, señaló la millonaria francesa en una entrevista al periódico Le Journal du Dimanche. De su fortuna, valorada en 16.000 millones de euros, se harán cargo su única descendiente y sus dos nietos. Éstos aseguraron en un comunicado que la puesta bajo tutela de Lilliane Bettencourt no tendrá consecuencias sobre la gobernanza de L’Oréal y, por tanto, no habrá cambios en el accionariado del grupo, en el que Nestlé entró a formar parte en 2004.
Hólding
De hecho, será el hólding de la familia, Téthys, el que seguirá ejerciendo los derechos de voto dentro de la firma de cosméticos, donde la millonaria tiene un 30% del poder de decisión en el consejo de administración de la compañía. Las acciones de L’Oréal cerraron ayer en 79,41 euros, tras subir un 1,2%.
Este triunfo para François Bettencourt-Meyers supone el final de una guerra que se remonta al año 2007. Entonces, la hija de la millonaria denunció al amigo de su madre François-Marie Barnier por abuso de poder. Éste había recibido regalos de la millonaria valorados en cientos de millones de euros.
Desde entonces, la única hija de la heredera de L’Oréal no ha cesado su ofensiva judicial. Meyers acusa al entorno de su madre de querer sacar tajada de su dinero. En 2009, el intercambio de denuncias entre madre e hija destaparon una trama de corrupción y blanqueo de dinero en la que se implicó hasta al Elíseo. En concreto, varios de los empleados de la anciana aseguraron que ésta financió con su dinero la campaña que llevó a la presidencia de la República a Nicolas Sarkozy.
La justicia francesa decidió ayer poner bajo tutela a Bettencourt al considerar que está incapacitada para gestionar sus bienes. La decisión se apoya en los informes médicos que se le han realizado en los últimos meses y que revelan que la anciana, de 89 años, padece una demencia mixta, alzheimer en un estado “moderadamente severo”, así como un “proceso degenerativo cerebral lento”.
El fatal diagnóstico para la heredera es, sin embargo, un triunfo judicial para su hija, Françoise Bettencourt-Meyers, quien el pasado julio solicitó al letrado que pusiera bajo tutela a su progenitora al considerar que había perdido sus facultades mentales y que su entorno se estaba intentando aprovechar de ella económicamente. Los abogados de la anciana anunciaron que recurrirán la sentencia judicial, que tiene efecto inmediato. A partir de ahora será su nieto Jean-Victor Meyers, quien cuide de Lilliane Bettencourt. Ésta aseguró este fin de semana que si pasaba bajo la tutela de su hija se marcharía del país. “Si mi hija se ocupa de mí, me largaré”, señaló la millonaria francesa en una entrevista al periódico Le Journal du Dimanche. De su fortuna, valorada en 16.000 millones de euros, se harán cargo su única descendiente y sus dos nietos. Éstos aseguraron en un comunicado que la puesta bajo tutela de Lilliane Bettencourt no tendrá consecuencias sobre la gobernanza de L’Oréal y, por tanto, no habrá cambios en el accionariado del grupo, en el que Nestlé entró a formar parte en 2004.
Hólding
De hecho, será el hólding de la familia, Téthys, el que seguirá ejerciendo los derechos de voto dentro de la firma de cosméticos, donde la millonaria tiene un 30% del poder de decisión en el consejo de administración de la compañía. Las acciones de L’Oréal cerraron ayer en 79,41 euros, tras subir un 1,2%.
Este triunfo para François Bettencourt-Meyers supone el final de una guerra que se remonta al año 2007. Entonces, la hija de la millonaria denunció al amigo de su madre François-Marie Barnier por abuso de poder. Éste había recibido regalos de la millonaria valorados en cientos de millones de euros.
Desde entonces, la única hija de la heredera de L’Oréal no ha cesado su ofensiva judicial. Meyers acusa al entorno de su madre de querer sacar tajada de su dinero. En 2009, el intercambio de denuncias entre madre e hija destaparon una trama de corrupción y blanqueo de dinero en la que se implicó hasta al Elíseo. En concreto, varios de los empleados de la anciana aseguraron que ésta financió con su dinero la campaña que llevó a la presidencia de la República a Nicolas Sarkozy.
Aunque en 2010 madre e hija firmaron la tregua, ésta ha durado apenas seis meses, pues el mes de julio pasado Françoise Bettencourt-Meyers volvió a recurrir al juez. En este caso, el aprovechado era el abogado de su progenitora y administrador Pascal Wilheim. Con la puesta bajo tutela de la enferma Bettencourt se cierra, de momento, uno de los capítulos más enrevesados del imperio empresarial galo.
Fuente:www.expansion.com
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